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Sería bueno que los ahorradores e inversores españoles que necesiten del asesoramiento de profesionales para la gestión de su patrimonio asumieran las prácticas de algunos países europeos. No hacerlo, como viene siendo una norma habitual en España, es asumir tranquilamente que el asesor se cobrará su trabajo con una parte de las comisiones de los productos que le va a recomendar. Reconocer esto es lo mismo que admitir que tomarán sus decisiones mirando los ingresos que le reporta un determinado fondo de inversión o un depósito. Existe, además, un factor psicológico que debería animar a ese cambio: en el mismo momento en el que paguemos a nuestro asesor financiero, comenzaremos a valorar mucho más su trabajo y a tomar en cuenta cada una de sus decisiones. No admitiremos, tal y como está ocurriendo ahora, cualquier cosa que nos proponga con la equivocada complicidad de que «lo que es bueno para él, también lo es para mí».
En Suiza y el Reino Unido los ahorradores pagan a sus asesores financieros de la misma forma que lo hacen con su dentista, su abogado o su asesor fiscal. En el Reino Unido, además, se acaba de aprobar una ley por la que a partir de 2012 los asesores independientes no podrán cobrar comisiones de las entidades a las que adquieran productos para sus clientes. El debate está servido en el resto de los países europeos porque una buena parte de los asesores consideran que en el Reino Unido se ha ido innecesariamente demasiado lejos. La propuesta más generalizada es que se puedan cobrar comisiones, pero éstas se repartan con el cliente. En cualquier caso, ello significaría un paso adelante muy importante porque ahora no se informa siquiera al cliente de las comisiones que cobran los asesores.
Según un estudio13 llevado a cabo por la filial de la compañía sueca Skandia en España, el 39 por ciento de los inversores con alto patrimonio no cuenta con asesor financiero, y esta cifra sube al 80 por ciento entre los que tienen rentas normales. Sin embargo, ese 61 por ciento que cuenta con asesor entre los más pudientes le confía el 99 por ciento de las decisiones de su patrimonio, de lo que se deduce que confía en él plenamente. Es curioso que este estudio revela también que la cualidad que más aprecian en su asesor es la confidencialidad, por encima de que esté pendiente de sus necesidades y de su independencia. Preocupados porque nadie sepa el verdadero volumen de su patrimonio, muchos ahorradores españoles se han dado cuenta con la reciente y profunda crisis que su patrimonio se ha visto reducido de forma importante, precisamente por no prestar más atención a otros aspectos de la relación con su asesor.
El asesoramiento financiero no ha tenido ningún tipo de regulación en España hasta que en diciembre del 2008 se publicara una circular de la CNMV. Esa circular impone que para ejercer de asesor financiero es necesario registrarse como Empresa de Asesoramiento Financiero (EAFI) en los registros de la CNMV.
Sin duda, esta iniciativa tenderá a profesionalizar esta actividad y dar una mayor seguridad y tranquilidad a los ahorradores e inversores que se pongan en sus manos.
Esta regulación impedirá que el asesor maneje de forma directa el dinero de los clientes. Sólo le estará permitido que aconseje sobre los productos que considere más interesantes para su cliente y que cobre por ello. Constituido ya ese registro, ninguna persona o entidad podrá prestar asesoramiento de inversión a terceros sin contar con la autorización de la CNMV. A partir de ahora y antes de ponerse en manos de cualquier asesor -ya sea un conocido, un familiar o alguien que se presenta como simple profesional- será necesario comprobar que está registrado en la CNMV. Si no lo estuviera y pese a todo decidiera responsabilizarle de la gestión de su patrimonio -aunque sólo se dedique al consejo y asesoramiento-, debe saber que ha adquirido al tiempo todos los boletos perdedores de una lotería en la que sólo hay un ganador.
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